Entes sagrados

Entes y lugares sagrados

“Con el nombre de Izaki Doneak, ‘Entes sagrados’, son conocidos unos seres -animales, plantas y yerbas- a los que en muchos lugares de nuestro país atribuyen virtudes sobrenaturales o significado de algo bendito.” JOSE MIGUEL DE BARANDIARAN, Mitos del pueblo vasco, 2007.

  • FUEGO
  • ANIMALES: asno, abeja, murciélago, mariquita, gallo.
  • ARBOLES: haya, roble, fresno, laurel, espino albar, rosal.
  • PIEDRAS SAGRADAS: mugarri, Arbotxota, San Miguel de Arretxinaga, izularri, «piedra de vuelcos»,
  • MONTES: Maidalena, Apanize, Mondarrain, Baigura, Larrun, Aiako Harri, Muru, Muski, Agamunda, Ernio, Irukutzeta, Amboto, Ereñusarre.

FUEGO

El fuego, sua, de la casa ha sido considerado como genio del hogar, símbolo de la casa y ofrenda dedicada a los antepasados. A las hogeras de la víspera de San Juan, tán extendida por toda Vasconia, al fuego del hogar de Nochebuena o a las hogeras de Nochevieja, que se hacían en ciertos pueblos, se les atribuía virtudes de carácter renovador y protector.

Esta veneración del fuego puede ser muy antigua. Por una parte, es conocida la importancia que tenía el fuego en épocas prehistóricas y la veneración que sentían por ella; y por otra parte, según las crónicas árabes del IX, nos cuentan que al norte de la llanada alavesa, en las estribaciones del Gorbea (parte de Alava y Vizcaya), vivían los adoradores del fuego. Lo que hace suponer que la adoración del fuego fue más importante antiguamente, que en tiempos recientes.

Al fuego se le piden ciertos favores, como la segunda dentición de los niños, la purificación de ciertos alimentos de los que se sospecha que están emponzoñados, la consagración y la incorporación de personas y animales foráneos a la casa.

El fuego del hogar es acepta a los antepasados que, según creencias vigentes hasta nuestros días, visitan la casa por las noches. A esto se refiere sin duda aquella fórmula que, al apilar el rescoldo del fogón por la noche, dicen: nik sua biltzeen, aingeruuk etxeen sartzeen, etxeen etxekook beinkatzen «al apilar yo el fuego, va entrando los ángeles en casa, bendiciendo en casa a la familia» (fórmula de Atáun).

Es costumbre renovar el fuego por Nochebuena y al tronco (Gabonzuzi) que arde entonces en el hogar se le atribuyen virtudes extraordinarias para preservar de enfermedades al ganado, para proteger la casa contra el rayo, etc.

Las hogeras de la víspera de San Juan tienen un significado de renovación y purificación, relacionada con los ritos del solsticio de verano, se quema todo lo malo que a sucedido durante el año y se entra renovado en el nuevo ciclo. Esta hogera, también virtudes contra enfermedades de la piel, contra ciertos genios malignos y alimañas que pueden causar perjuicios en las cosechas.

En varios pueblos de Álava (Amarita, Agurain, Dulantzi) hacen fogatas por nochevieja y prenden fuego a un pellejo de vino que para ellos representa el año que se acaba y lo llevan encendido por las calles mientras cantan ‘erre pui erre’, «a quemar el culo», con el sentido de quemar el culo al año viejo.

ANIMALES

Hay animales a los que se les atribuye ciertos poderes y se les trata de manera especial, incluso con cierta veneración en la tradición popular de Vasconia.

El asno, ‘asto’, según la creencia popular se considera un ente sagrado es el asno. Rara vez una bruja se presenta en figura de asno. La muerte de un asno se expresa diciendo ‘hil da’, como la de una persona, y no ‘galdu da’ como la de los restantes ganados, ni ‘akabau da’, «acabar», que se dice de los animales en general.

La abeja, ‘erle’, es también un animal sagrado.

Es pecado matarla y se le trata de usted ,‘zu’. Cuando nos dirigimos a ella para pedirle que vuelva a su colmena, se le habla llamándola señora hermosa, ‘anddere ederra’. La muerte de la abeja se expresa diciendo ‘hil da’, «ha muerto», como la de una persona, y no ‘galdu da’ como se dice de los animales en general.

Al morir una persona de la familia dueña de las abejas, un familiar suyo o el primer vecino se traslada al colmenar perteneciente a la casa del muerto, y en Liguinaga (Zuberoa) se les dice: ‘Jatzar zie, buruzagia hil zaizie’, «despiértense, el amo se les ha muerto». Así se supone que las abejas producen más cera para que arda en la sepultura del difunto.

En la mitología romana encontramos a la deidad Mellona, protectora de la miel, de las abejas y de la apicultura, y de su nombre deriva la palabra miel. Era la protectora de aquellos para los que la miel constituía un medio de subsistencia, a quienes vengaba cuando les robaban la miel o cuando atentaban contra una de sus colmenas.

Se corresponde con la ninfa Melisa de la mitología griega, una de las hijas de Meliseo, que se encargaron de criar al niño Zeus.

El murciélago, ‘saguxar’, «viejo ratón», es un animal que es tratado con veneración en algunas partes de Vasconia. Cuando a un niño se le cae un diente, en Ceanuri es costumbre entre los niños de guardarlo hasta la noche y arrojarlo al murciélago cuando éste aparezca aleteando cerca de casa, diciendo estas palabras:

Saguarra, «Murciélago»,

Eutzí agin sarra, «Tome la muela Vieja»,

Ekasu agin barrie, «Deme la muela nueva»,

Sagusar barragarrie, «Murciélago letífico».


La mariquita, ‘marigorrí’, «Mari roja», en Mondragón la llaman ‘Amandre gonangorri’, «abuela de falda roja». Al referirse a ella de amandre, como Eguzki Amandrea o Ilargi Amandrea se le trata, en cierto modo, como sagrado. En muchos lugares le piden el anuncio del tiempo que va a hacer el día siguiente. Así, en Ataun los niños tienen la costumbre de colocar el insecto en el dedo índice de una mano y decirle estas frases:

Marígorri, gona gorri, «Mari roja, de la falda roja».

Bihar euzki ala ebi? «¿Mañana sol o lluvia?».

Si sube y vuela, es señal de que hará buen tiempo de sol; si no, vendrá lluvia.

El gallo posee poderes para espantar a malos espíritus y genios. Con el canto del gallo huyen los genios nocturnos.

Existe en Arratia el termino Martiollarra (gallo de marzo) para dar nombre al gallo nacido en marzo de un huevo puesto el mismo marzo, que es especialmente protecto.


ARBOLES

Existen arboles que se consideran sagrados y/o se les atribuyen poderes sobrenaturales, bien por la especies a la que pertenecen o por el lugar en donde se sitúan.

El haya es una especie de árbol muy abundante en nuestro país, y han existido ejemplares que han sido venerados por nuestros antepasados.

Cuenta JM Barandiaran que en en el monte Pagolamendi de Vergara había, a principios del siglo XX, un árbol llamado Pagobedeinkatu, «haya bendita». También en Placencia existía un termino llamado Pagobedeinkatu en el que existe un dolmen. Aunque actualmente no hay allí ninguna haya, la hubo sin duda en otro tiempo, como lo indica el topónimo.

La coincidencia de un dolmen y un topónimo compuesto de pago, «haya», se repite en Pagobakoitza, en Urbía (Aizkorri) y en Larrain Bagazabalaga, «lugar de haya frondosa», donde existen dos dólmenes. También en el término llamado Bagargui, «haya luminosa», de Larrain, existe otro dolmen.

El roble es un árbol que tiene virtudes místicas entre las cuales figura la de curar hernias en determinadas condiciones.

En Zornotza para curar a un hernioso llevan a éste a un robledal situado junto a la ermita de San Juan en la noche de la víspera de San Juan. Allí hienden ei tronco de un roble y, mediante una cuña, logran mantener separadas las dos partes resultantes. La hendidura representa la imagen de la hernia. Cuando empiezan a sonar las doce de medianoche, dos hermanos, que sean seguidos y del mismo vientre, actúan del modo siguiente: uno de ellos toma al hernioso en sus brazos y, pasándolo por la hendidura mientras dice 'eutsi anaie', «tómelo, hermano», lo entrega en los brazos del otro y este lo recibe diciendo ‘ekatzu’, «dámelo, hermano», e inmediatamente lo devuelve al primero por la parte de afuera (no por Ia hendidura) y por su derecha, diciendo ‘eutsi, anaie’, «tómelo, hermano». Aquel lo recibe diciendo ‘ekarzu, anaie’, «démelo, hermano». Se hace esta operación tres veces durante el toque de las doce y dejan colgada del roble la camisa del enfermo y vuelven a juntar las dos partes separadas del árbol y las atan con cuerda. Si el roble sigue con vida, el enfermo se curará y en caso contrario, la enfermedad no tiene remedio .

En Sara, A 120 kilómetros de Zornotza, hacen esta operación tres individuos llamados Juan Bautista. Reunidos junto a un roble encorvado, pasan en sus manos al hernioso tres veces entre el primero y el segundo toque de las doce de la noche, víspera de San Juan, mientras dicen cada vez ‘to Batista’, «tenle, Bautista», ‘ekar Batista’, «dámelo, Bautista».

Esta remedio para curar hernias es conocida y practicada también en en Aezcoa, en Roncal,Larraun (Navarra), Berrueta (Labourd), Urbina (Álava), en Donezaharre (Baja Navarra)y en Barcus (zuberoa).

Según JM Barandiaran, estas creencias sobre la virtud curativa atribuida tanto al roble como a la noche de la víspera de San Juan, y a los individuos de nombre Juan, tienen su origen en la cultura indoeuropea.

El fresno es árbol protector y por ello sus ramas suelen ser colocadas en el marco de la puerta principal de la casa o caserío en la mañana de San Juan.

Aún más apreciado que el fresno, como árbol protectores, es el laurel. Por lo que es costumbre plantar un laurel junto a la casa. Si en un domicilio ocurre alguna desgracia, se dice: es casa sin laurel.

Unas ramas de laurel bendecidas en la iglesia son guardadas en casa para ser quemadas durante las tormentas y evitar que caigan rayos.

Las hojas de laurel también se utilizan en medicina popular. Cuando se infecta una herida, se hace hervir agua en un puchero de barro donde se hayan introducido siete o nueve guijarros; se vacía el puchero, derramando su contenido en una caldera. A continuación, se pone el puchero boca abajo, en la caldera, de suerte que cubra los guijarros. Sobre el puchero se colocan tijeras en cruz o abiertas; sobre éstas, dos ramitas de laurel, también formando cruz; sobre el laurel, un peine; sobre éste, el miembro herido. Si el agua se retira, introduciéndose en el puchero, es que se retira la causa de la infección y ésta se curará. Esta operación es usual en Sara. Distintas variantes de este método se utilizan en Oiartzun, Lizartza y Donostia.

El espino albar, 'elorri', también es otro árbol bendito. En la mañana de San Juan se coloca una rama de espino en la puerta principal y en las ventanas de la casa. Según la creencia popular esta planta tiene virtudes para proteger la casa contra los rayos. Si a uno le sorprende la tormenta en el campo, debe colocarse al abrigo de un espino, y para cuando no haya ninguno al rededor conviene llevar consigo una espina de dicha planta y colocarla sobre su cabeza durante la tormenta.

El rosal, ‘arrosa’, es otra planta bendita utilizada para la curación del herpes, ‘arrasa’. Para eso el paciente debe dar diariamente una vuelta alrededor de un rosal, diciendo al mismo tiempo esta fórmula: ‘arrasa arrosakín’, «el herpes con el rosal». Esto se debe realizar en nueve días consecutivos y se cura el herpes.

En la zona de Guernica hubo costumbre de llevar a los niños que sufrían de herpes a visitar a la Virgen de la Rosa en la iglesia parroquial de Santa Eufemia de Bermeo. Los enfermos que acudían allí tocaban con un pañuelo la parte de la imagen correspondiente al miembro enfermo y después tocaban éste con la misma prenda. Esta era luego depositada al pie de la Virgen. En Goizueta (Navarra) también se practica una variante de este ritual.

PIEDRAS SAGRADAS

Son muchos los peñascos o piedras conocidas como sagradas y que, por tal motivo, no deben ser destruidas ni cambiadas de su lugar. Entre ellas están los mojones. Es conocido en Ataun y en Burunda lo que ocurrió con el mugarri, «mojón», de Irumugaata, situado entre Ataun y Burunda. Dicen que en cierta ocasión un navarro cambió de su sitio el mojón de Irumugaata. Cuando murió, se escuchaba su voz por la zona de Irumugaata diciendo:

Irumugaatako mugaarrie, «De Irumugaata el mojón»,

Nere animaren galgarrie. «de mi alma la perdición».

Nun sar, nun sar? «¿Dónde meterlo, dónde?».

Una vez le contestó otro navarro: mételo donde lo has sacado. Desde entonces no se oyó más ninguna de aquellas voces.

En el término llamado Arbotxota, de Ataun, no lejos de los caseríos Iturritza, existía, hasta mediados de este siglo, un gran peñasco, el cual no era permitido tocar sin haberlo bendecido antes. Añadían que el numen Sugaar, «culebro», lo había precipitado desde la cumbre del monte Muskia.

En la ermita San Miguel de Arretxinaga (Markina) existen piedras peñascos de gran tamaño, apoyados en el suelo y sostenidos en equilibrio unos contra otros. Forman concavidades bastante amplias, en dos de las cuales han sido instalados dos altares dedicados a San Miguel y a Santa Polonia.

Muchos solteros de ambos sexos suelen pasar tres veces por el pequeño hueco que hay debajo de aquellos bloques, con el fin de encontrar pareja, lo cual hacen con gran dificultad. Al mismo tiempo rezan tres Avemarías.

Para curar el dolor de muelas, era costumbre arrancar pequeños trozos al peñasco de la derecha, junto a la estatua de Santa Polonia, y meter uno en la boca.

Izularri, «piedra de vuelcos», es el nombre de unas piedras que hay en Vasconia, las cuales han sido consideradas como sagradas. Según se dice, estas piedras tenían inscripciones que frustraron la codicia de muchas personas.

Una de tales piedras se halla en Aizkorrondo, en la sierra de Aizkorri. Esta piedra, tenía en la cara superior esta inscripción: itzuI nazak, «vuélcame». Un pastor la leyó y comunicó el descubrimiento a sus vecinos. Como siempre habían oído en Cegama que en la sierra de Aizkorri estaba enterrado un pellejo de buey lleno de oro, pensaron que éste podía estar guardado debajo de aquella peña. Por ello se reunieron y dieron un vuelco completo a la piedra. No hallaron el tesoro pero si otra inscripción, en la cara inferior de la peña, que decía: bapo nago, «estoy bien». Todos volvieron tristes a sus casas.

Piedras semejantes a la de Aizkorrondo existen en el monte Piñari de Bergara, en Oiz, en un monte de Arano, en el llamado Larrun de Sara y en la colina Aldunlarre tambien de Sara.


MONTES

Existen en Vasconia diversos montes sagrados o cuasi sagrados que son objeto de leyendas, asiento de viejas ermitas, y lugares de fiestas y romerías.

Maidalena, «La Madeleine», es una montaña situada sobre Sauguis y Atarratze. En su cumbre está la ermita de Santa Magdalena, en la que se conserva un ara romana con una inscripción latina que dice ser altar dedicado a la divinidad llamada Herauscorritsehe. Se hacen a esta ermita dos romerías al año: una, el día de la Pasión y la otra el día de la santa (22 de julio).

Cuentan que Roldán estaba en el alto de Maidalena y tomó en sus manos un gran peñasco e intentó arrojarlo a la plaza de Ochagabía. Pero en el momento de lanzarlo, resbaló en una boñiga de vaca y cayó al suelo. Por eso el peñasco no llegó a su destino, sino a la montaña de Bostmendieta, donde se encuentra ahora.

Apanize es una montaña de Benabarra, al parecer el Olimpo de los dioses, a juzgar por el afán con que quería ser llevada a aquel paraje la Basandere, «señora del bosque», que vivía en un antro próximo a Behorleguy.

Mondarrain es también monte sagrado, donde existió, según cuentan, una entrada a la mansión subterránea de númenes y genios.

Se cuenta que la sima de Mondarrain estaba en comunicación subterránea con el molino llamado Eiharaxaharra, que se halla debajo del antiguo castillo o casa-torre llamado Jaureguia. Por tal camino bajaban y subían las lamias.

Según creencia popular, la caverna de Mondarrain tiene dentro amplios espacios huecos, donde las Lamias tienen los rebaños de ovejas y mucho oro acumulado. Dicen, que en cierta ocasión, las lamias secuestraron a un muchacho de Ezpeleta y le llevaron a su antro. Un sacerdote fue a Mondarrain con el fin de recuperar al secuestrado, entró en la cueva con un crucifijo en una mano y una hostia consagrada en el pecho. Nada logró. Al salir de la caverna, escucho a alguien decir: gracias puedes dar a eso que llevas en la mano y mas gracias al que llevas en el pecho, de lo contrario hubieras tenido que quedar aquí. El sacerdote salió; pero el secuestrado, no.

Baigura es montaña sobre Heleta y sobre otros pueblos de su entorno, asiento de muchos crómlech y morada del supuesto Ángel de Baigura.

Jean Barbier, en su Lágendes de Pays Basque, cuenta la leyenda de la joven que cuidaba de su rebaño de ovejas en dicha montaña y a la que un día sorprendió una tormenta. Se hallaba asustada y oyó una voz que decía: «apártate de ahí». Y vio a un figura vestida de blanco, lo que le aterró. De nuevo, una y otra vez, oyó: «apártate de ahí». De un salto se apartó de allí. Al instante cayó un rayo en el mismo lugar en que, momentos antes estaba, haciendo en la tierra un hoyo profundo. Desde entonces procuraba rezar al Ángel de Baigura al salir hacia la montaña.

Larrun es una montaña de Laburdi situada sobre Ascain, Sara y Vera de Bidasoa, donde encontramos abundantes crómlech y dólmenes, y existía una antigua ermita.

En la increíble descripción del mundo de las brujas que Pierre de Lancre (siglo XVII) relata, figura la ermita de Larrun como uno de los lugares de reunión de los brujos y brujas de la región.

Cuentan en Sara que en la cumbre del monte Larrun había una piedra, como una losa sepulcral, que tenia esta inscripción: itzultzen nauenek ez du damurik izain, «no le pesará a quien me vuelque».

Los jóvenes, que subían allí el día siguiente de Pentecostés, la volcaron. Y vieron que en el lado inferior tenía esta otra inscripción: Iehen ongi nintzan, orain obeki, «antes estaba bien, ahora mejor».

Aiako Harri, «Peña de Aya», es una montaña situada en Oyarzun. En sus cavernas vivían, según es creencia, las Maias, «genios», que poseen grandes riquezas.

Entre las Maias figura una, preeminente, llamada Puiako Maia, «Maya de Puy», que es réplica de Mari, la Dama de Amboto o Marimunduko. A veces, sobre todo en la primavera, ella va de la montaña al mar y, en otoño, del mar a la montaña, pasando velozmente por el aire en forma de una hoz llameante. En invierno reside en las cuevas de Aiako Harri y, en verano, junto al mar, en las rocas de Jaizkibel.

Cuentan en Oyarzun que el casero de Matxiene, acompañado de una criada, fue un día por leña, con su carro tirado por vacas, hacia el lado de Aiako Harri. La criada que, en busca de leña, se alejó de su amo, vio en la entrada de una cueva a una mujer que, sentada al sol, se peinaba. La misteriosa mujer, sorprendida al observar que se acercaba un ser humano, se retiró al interior de la cueva, dejando caer al suelo, sin darse cuenta, su peine de oro. Éste fue recogido y llevado a casa por la muchacha. Por la noche se oyó al pie de la habitación de la criada de Matxiene, esta voz extraña:

Matxieneko neskamea / ekatzan nere urrezko ormzia / emgoñet bestela / ere biziko oñazia.

«Criada de Matxiene / dame mi peine de oro / si no, te daré / dolor de toda tu Vida».

La criada le echó por la ventana el peine.

En otra leyenda, cuentan que la hija de un caserío próximo a Arditurri subió a la cueva de Katatxulo, en Peña de Aya, que estaba también habitada por las Maias. La muchacha quedó asombrada ante las riquezas que allí había. Las Maias le dijeron que le darían una de sus sillas de plata, si ella volvía a su casa andando para atrás y mirando siempre hacia la cueva. La muchacha así lo hizo, y la silla le seguía sola. Pero, al llegar a la entrada de su casa y volver la cabeza desapareció la silla.

Según otra leyenda, Sansón apedreaba desde la Peña de Aya, la población de Oyarzun, lanzando enormes peñascos, de los que quedan ejemplares en la cresta del cercano monte Urkabe. De otros peñascos que lanzó hacia el mar, quedan visibles dos, denominados Sanson-harriak, «piedras de Sansón», que se hallan en forma de islotes cerca de Hendaya. Son los mismos que, según otra leyenda, son considerados como restos de un pueblo llamado Baiona-zahar, hundido en las aguas.

En Usurbil existe la creencia de que la Peña de Aya fue lanzada de un puntapié por Sansón desde el pueblo de Aya“.

En la montaña Muru de Beasain existen cuevas y simas que son consideradas como albergues del numen Mari. Cuentan que esta apareció un día a un pastor que pasaba por aquel lugar en busca de su ganado y ella le invitó a tornar un vaso de sidra. El pastor, en cuanto probó la sidra, preguntó a Mari a ver de dónde había logrado bebida tan exquisita.

Ikaztegíetako Montesek ezari emandako sagardoa dek hau,

«esta es la sidra que Montes de Iazteguieta dio al no», le contestó Mari.

Cuenta una leyenda, que Mari de Muru o Marimunduko se casó con un joven del caserío Burugüena de Beasain. Tuvieron siete hijos. Al ver que su marido se empeñaba en llevarle a la iglesia a bautizar a sus hijos, se puso en llamas y volvió por los aires a su mansión de Muru.

Mari favorecía a quienes le eran fieles y le llevaban ofrendas; pero conducía nubes tormentosas y asolaba los pueblos de quienes no le eran fieles.

Para evitar sus castigos, el cura de Isasondo, según cuentan, subía un día cada año a celebrar misa en el portal de la mansión de Mari en el monte Muru.

Mari hace frecuentes salidas y se traslada por los aires, en figura de una hoz llameante, a otros antros de la región, como los de Itandieta, de Gurutxegorri, de Agamunda y de Sastarri en Ataun y a los de Txindoki, de Putterri y de Bariain situado algo más allá, para no citar otros numerosos albergues de otras tantas cavernas del Vasconia.

También se cuenta que fue Muru la montaña de la que un gentil lanzó la piedra llamada Saltarri que se halla en la planicie de Alotza (sierra de Aralar), ante la cual los Jentiles bailaban en el plenilunio cada cual con su sombra.

Muski es una montaña de Ataun, en la que existe una cueva, cerca de la cumbre, morada del “señor del bosque”, Basajaun.

También habitó en la cueva de Muski un terrorífico genio, con un único ojo en la frente, llamado Torto. Una vez tenía secuestrado a un joven en su gruta y este logró huir. Torto le seguía cuesta abajo, y cuando aquél hubo llegado a Mekolalde, que es un término al pie de la montaña donde pasa el río Agaunza, el joven atravesó el regato a nado, y Torto se lanzó también al agua; pero no sabía nadar y se ahogó.

Cuentan también que desde la cumbre de Muski el genio Sugaar, «culebro», lanzó un enorme peñasco que, hasta hace poco, se hallaba en el lugar llamado Arbotxoota, al pie de aquella montaña.

Agamunda es otra montaña de Ataun, no lejos de la anterior, en la que existe una caverna, cerca de la cumbre. Se dice que este cueva es morada, a temporadas, tanto a Marimunduko como a Sugaar, «culebro». Según cuentan, en ella también viven los diablos y los basajaunak, los cuales iban por un tunel subterráneo, a la cocina del caserío Andralizeta, que se halla al pie de la misma montaña, y bebían la leche que los moradores, al retirarse a dormir, les dejaban.

También se cuentan una desgracia ocurrida en esta caverna a una muchacha del caserío Arbeldi. que, tras una maldición que, por su desobediencia, le echara su madre, se dirigía al barrio de Aya. Al pasar junto a la entrada de la sima, trató de recoger unas avellanas de un avellano que había en el borde de la gruta; pero desgraciadamente resbaló en el árbol y cayó al fondo de la sima. Como no aparecía la muchacha, sus familiares pensaron quehabría caído a la sima de Agamunda. Ninguno se atrevía a entrar en aquella caverna. Más tarde apareció debajo del puente de Arbeldi un dedo de la joven con su sortija.

Ernio es el monte que se levanta sobre Bidania y Regil. En su cumbre hay una cruz de hierro rodeada de otras más pequeñas, y todos los domingos de agosto se celebra romería a este lugar. Cerca existe una pequeña planicie donde está plantada una cruz de piedra, la cual estuvo antaño en la cumbre misma y, habiendo sido derribada por un rayo, fue trasladada al sitio que ahora ocupa. En dicha planicie hay muchos aros de hierro de diversos tamaños. Para preservarse del reuma y para curarlo, los romeros meten en ellos sus brazos, sus piernas, su cintura, su cuello, etcétera; tras haber rezado varios Pater y Ave.

Los romeros compran allí unas cintas que luego cambian por las que cuelgan de la cruz de la cumbre colocadas antes por otros romeros. Por haber estado en contacto con dicha cruz, son consideradas como benditas, y con ellas envuelven los miembros atacados por el reuma.

Irukutzeta es la cumbre más alta de la sierra de Elosua, Placencia. En la cima existen tres cruces de hierro que hacen de mojón divisorio de Bergara, Azkoitia y Elgoibar. A su lado existe un dolmen y algo más lejos un gran monolito llamado Arribiribilleta. En una planicie que existe junto al dolmen se celebra una romería el primer domingo de mayo.

Según una leyenda, en el dolmen, se halla enterrada una campana de oro. Unos hombres, deseando desenterrarla, empezaron a remover el túmulo de que está rodeado el monumento. Pero tuvieron que desistir, ya que salió del interior, en actitud amenazadora, un monstruo que tenía cuerpo de figura humana, cuernos en la cabeza y piernas de cabra.

Amboto es una sierra de Vizcaya, emblemática en la mitología vasca, cargada de creencias y mitos. Es una mole de caliza, pelada en su mayor parte y con innumerables cavernas y abrigos en las rocas, que sirvieron de habitación al hombre de diversas épocas históricas y prehistóricas.

Diversas noticias relativas a sorguiñak, «brujas», que hubo en el Duranguesado en el siglo XV hacen mención de cuevas que en estas montañas sirvieron de refiigio a los perseguidos por los emisarios del rey de Castilla y de la Inquisición.

Por otra parte, los restos de los hombres que habían vivido en la caverna de Bolinkoba, de Oialkoba y de Astokobadurante, son documentos fehacientes de su larga ocupación por el hombre prehistórico.

También existen santuarios y ermitas, tales como: de Santa Bárbara, situada en la cumbre, de Krito-andako, San Cristóbal, Santa Polonia, San Antonio de Urquiola, San Martín y San Miguel de Arrázola.

En la misma sierra se hallan también las ruinas de la antigua fortaleza de Artolatx; en el lado oriental, la estela llamada Ipisteko-arri, y no lejos de la cumbre, dando frente al oriente, la entrada de la cueva de la dama Mariurrika que recuerda los mitos que a la misma se refieren. Tales son los elementos que forman esa suerte de aureola legendaria o antroposfera que envuelve a Amboto.

Ereñusarre es una montaña que en gran parte pertenece a la jurisdicción del pueblo de Ereño, en la comarca de Busturialdea, Vizcaya .

En su cumbre se halla una ermita dedicada al arcángel San Miguel, y sedice que alrededor de los muros de dicha ermita han sido halladas varias sepulturas. Una de éstas, excavada en una piedra arenisca, de forma trapezoidal con hueco para la cabeza, se halla dentro de la ermita, a mano derecha de la entrada. Por un canal desciende a la sepultura el agua que cae del techo cuando llueve. Con este agua lavan la cara y las manos algunas personas que tienen sarna u otra enfermedad cutánea, con el objeto de obtener la curación, y, antes de secarse, dan tres vueltas por fuera alrededor de la ermita.

Dicen que en su circunferencia existen los vestigios de su antigua fortaleza, que no pudo ser tomada del Rey D. Pedro el justiciero, cuando Vino a Vizcaya contra su hermano D. Tello, según escribe en las Crónicas de este Señorío, escritas el año 1404.

Según una leyendas, un muchacho de Ereño se entretenía una vez golpeando con la mano la ventana de la ermita. El diablo que allí dentro se halla en imagen aprisionada bajo el pie del arcángel San Miguel, se soltó de su prisión y corrió tras el muchacho. Pero San Miguel le alcanzó en tres saltos y le volvió a su lugar anterior, donde continúa todavía. Las marcas que, según la leyenda, fueron producidas por los pies del santo en esta carrera, se ven todavía en unas rocas junto al camino que de Ereñozu sube ala ermita.

En los pueblos del contorno existe la creencia de que es obligatorio visitar tres veces esta ermita; quien no lo hace en vida, deberá hacerlo después de muerto. Cuentan también que en la montaña de Ereñusarre está enterrado un pellejo de buey lleno de oro. Otra creencia cuenta que un niño robó dinero del cepillo de la ermita; pero, cuando volvía a su casa, se llenó de sarna y no se curó hasta haber devuelto lo robado.

En sus laderas se hallan las cuevas de Santimamiñe, de Sagastigorri, de Elesu y de Atxondo. La primera es Ia más celebrada hasta ahora por sus dibujos rupestres y su yacimiento prehistórico con restos de vida humana del Paleolítico superior hasta la época romana.



JOSE MIGUEL DE BARANDIARAN, Mitos del pueblo vasco, 2007.